Todos los días Ana despertaba con el mismo sueño, un sueño que le parecía tan real como su propia existencia, un sueño que la perseguía a todas horas y la hacía suspirar por cada rincón de su ciudad.
Paseando por el parque del Álamo, al ver el estanque comenzó a recordar el sueño...sus ojos se quedaron fijos mirando el agua cristalina, su mente cabalgó hacía el país de Morfeo...ella paseaba hacía un arroyo, entraba en él aturdida, sin saber porque lo hacía. Cuando sus manos se sumergían en el agua para refrescarse una figura misteriosa se acercaba a ella, era la silueta de una mujer, el ser más bello que había visto nunca...la mujer se acercaba más y más. Ana sentía que la amaba. La mujer tomaba a Ana de la mano y la llevaba a la orilla del arroyo, entre las hojas secas se amaban, una y otra vez.
Un cohete sacó a Ana del trance, su cuerpo estaba sudado, un sudor frío, casi enfermizo y su deseo por lo desconocido se intensifico...deseaba a esa mujer, la deseaba con toda su alma, pero sólo era un sueño. Otro cohete le hizo recordar que comenzaban las fiestas de las ninfas, como cada primavera...y ella había quedado esa noche para ir al río a celebrarlas como cada año. Caminó rápidamente hacia su casa para prepararse para salir. Antonio y Carmen pasarían a recogerla en breve.
Terminaba de vestirse cuando Antonio llamó a la puerta. abrochándose los vaqueros se dirigió a abrirle a su amigo. Como siempre Antonio había sido puntual.
- Buenas noches guapísima. Carmen está ya en el río...mmmmmm...cada día estás más sexy...¿qué tengo que hacer para conquistarte?
Ana río...le dio un pico en los labios y le dijo coquetamente...
- Sabes que te faltan dos buenas razones y te sobra toda tu virilidad...jejejeje.
Antonio rió con ella.
- Venga encanto, dejémonos de hablar y date prisa, Carmen y los demás nos están esperando.
Cogió su bolso, cerraron la puerta y se fueron entre risas a la fiesta.
El río estaba repleto de gente, pero su pandilla siempre se reunían en una zona alejada del gentío...allí estaban todos sus amigos, las bebidas, la fogata y las ganas de fiesta de todos ellos.
Las copas se llenaban una y otra vez, el alcohol corría por sus cuerpos como el agua por el río...Ana comenzó a marearse, se alejó de sus amigos con la intención de que se le pasase el mareo, los fuegos artificiales comenzaron a iluminar el cielo. Miró el reflejo de los fuegos en el agua...y sin darse cuenta estaba entrando en el río...su sueño, se acordaba de su sueño...escuchó que alguien más entraba en el agua, miró casi asustada y vió a la mujer que se le aparecía en sus sueños, se pellizco pensando que soñaba de nuevo, pero era real, era todo tan real que le daba casi miedo.
La mujer la tomó de la mano y le dijo:
- Te he buscado mucho, y sabía que aquí te encontraría.
Ana no dijo nada, sólo la besó, la besó como cada noche soñaba que lo haría, como cada día pensaba que besaría a esa misteriosa dama. Se hicieron el amor en la orilla del río, casi desesperadas al principio...sensualmente al amanecer. Sus cuerpos desnudos daban una belleza espectacular al paisaje...volvía a cumplirse la leyenda...todos lo años dos ninfas se encontraban en la orilla de un río y se amaban apasionadamente y con su amor le daban vida a la Primavera.
